Una de las experiencias más significativas que he vivido en Tiempo de Juego ha sido la oportunidad de viajar a Timbiquí. Fue un viaje grandioso desde que partimos del aeropuerto de Bogotá hasta que lastimosamente se nos fue la semana y tuvimos que regresar.
En mi nacieron muchas emociones y sentimientos, me sentía orgullosa y agradecida por hacer parte de Tiempo de Juego Timbiquí. Fueron días llenos de actividades: fútsala, voleibol, baloncesto y escuela de monitores. Desde el inicio nos encontramos con un lugar activo y decidido a trabajar en busca de aclarar dudas y llenarse de herramientas. Mi papel durante estos días fue brindarles actividades, juegos e implementar la metodología, tanto a monitores como a los niños y niñas participantes. Tuve la oportunidad de brindarles talleres permitiendo identificar y reconocer el importante papel que tienen los jóvenes en su municipio.
Conocí lugares maravillosos, uno de ellos fue el corregimiento de Málaga, sus habitantes, todos indígenas, mostraban humildad e inocencia. Antes de llegar sentía que el tiempo pasaba lento, la ansiedad de saber y conocer experiencias y modo de vida de estas personas se encontraban latentes.
Luego de cerca de 50 minutos en lancha, llegamos. Los niños y niñas de la comunidad nos esperaban en un improvisado puerto con una sonrisa en el rostro, lo primero que identificaron fue los balones de fútbol, así que brincaban y pasaban por los caminos de tablas y maderas que había allí.
Luego de reuniones con la comunidad se realizaron partidos con la metodología fútbol por la paz donde los participantes variaron: hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas, todos mostraban la importancia de divertirse por medio del juego. Los que no jugaban hacían barra y disfrutaban este momento tan importante tanto para Tiempo de Juego como para su comunidad.
Luego de un día lleno de goles y celebraciones, poco a poco llegaba el atardecer y era hora de regresar a Timbiquí. En la lancha pensaba repetidamente lo orgullosa que me sentía de hacer parte de esta grandiosa labor, de poner un granito de alegría a estas personas y permitirles experimentar el fútbol como diversión sana y positiva.
Un momento especial, fue ver cómo en la puerta de sus casas se sentaban a reír y a hablar acerca de lo que estaba pasando en sus vidas y de lo que debían planear para sorprender a los chicos y chicas que asistían a sus encuentros deportivos. Esto venía acompañado de un almuerzo colectivo donde cada uno hacía o daba algo para realizar una comida para 10 ó 15 personas que se encontraban o llegaban a la casa. ¡Fue el almuerzo más cariñoso y gratificante que he comido en muchos años! allí me di cuenta de lo importante que es hacer las cosas con amor.
Este día aún no terminaba y ya me sentía llena emocionalmente. El cierre fue al estilo Tiempo de Juego, es decir, lleno de alegría: la Red de Mujeres Matamba y Guasá a quienes acompañamos durante esa semana en el proceso de construcción de su proyecto como mujeres empoderadas, nos preparó una sorpresa muy especial, canciones tradicionales salidas desde el alma que hicieron de mis emociones una lluvia de colores, sintiendo las raíces y costumbres de nuestro bello y diverso país.
Le doy gracias a Dios que hizo de esto un buen viaje, una lluvia de aprendizajes, conocer el impacto de Tiempo de Juego en diferentes comunidades, por ser un ejemplo para chicos y chicas por ser parte de esta revolución.
Maleja Riveros, Gestora Comunitaria de Género
Fundación Tiempo de Juego